Como me encanta la mecánica, buscaba un auto para jugar. Un auto en el que pudiera satisfacer mi berretín de meter mano, sin que me corra el tiempo o la necesiadad de usarlo. Sin que lo tenga que compartir con mi esposa. Algo "hecho a mi medida".
Como no soy hijo de Bill Gates, tenía que ser algo barato. Hobbies caros son para los ricos. Dentro de los autos que me podía comprar, sin dudas el que más me tiraba era el mítico torino. Luego de haber estudiado un poco su historia y su nacimiento, las personas que intervinieron, sus éxitos y su calidad no lo dudé más: TENÍA QUE COMPARME UN TORINO.
Los 4 puertas estaban totalmente descartados. El modelo que más me gustaba era la cupé 66-69. Si no era esta, una TSX y sino una TS. Pero, la verdad es que la distancia -medida en gusto- entre la primera y las demás opciones era, para mí, bastante larga.
Me puse a buscar cupés y me pedían lo que no podía pagar. Así que cuando casi estaba por desistir, apareció esta (sobre la que ya había tenido tratativas, pero se habían enfriado).
Hace casi dos años y medio que fui con un amigazo (Molerpa o Moler) a Goya a buscarla. Un 19 de diciembre de 2004 salíamos a las 3 de la matina para Corrientes. Desde ese entonces, estoy gastando tiempo y plata en mi juguete, lo que me hace muy feliz. Para que conozcan dónde empezó el desastre, les posteo unas fotos.
Estas fotos me las envió el vendedor (Nicolás Chapur) y fueron las que justificaron salir rajando para buscarla (además del precio, claro. Porque 2.300 por una cupé 380W 67 sin golpes ni grandes problemas de chapa era buena guita.
De trompa:

Desde el vamos, se vé la pintura como "la cola" (diría Lamas) y esa "calidad" la debe tener desde hace tiempo. Ese óxido no es nuevo. Además ese color HORRIBLLEEEEE!!!! Ni óxido, ni turquesa: Turque-óxido.
Una lástima, porque el color original es "sceptre silver metalizado" lo que acá Cacho le dishe "gri plata" viteh!.
Ahora veamos el lateral izquierdo:

Se ve bien -en líneas generales- la puerta está un poco caída y tiene un pequeño bollo. Lo peor, no se ve (muy vivo el fotógrafo) el gardabarros delantero tiene 3.000 golpes, y la puerta tiene una apertura "giratoria" arreglada al 50%. Eso sólo lo vimos cuando llegamos a Goya, pero no nos íbamos a arrugar por eso, si había tantas cosas por arrglar, que le hace una mancha más al tigre...
Sigamos por el lateral derecho:

Tenemos un un parche mal hecho en el guardabarros y mejor línea que el lado opuesto (!vamos todavía!!!). El auto está alto de atrás, y la foto tiene una línea de fuga que no la favorece.
A verr, cómo estás de atrás nena...

Mmmmmm, trabajo que se comenzó a hacer mal y que no se terminó. El paragolpes y el tanque de nassssssssta se lo pusimos en Corrientes. Pero con esta foto pudimos comprobar que no estaba súper bananeada.
El resto, es tragedia: los interiores. AAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHh

Justamente yo buscaba una cupé 380 que tuviera buenos los interiores, y que estuviera mal de mecánica (fundida, así no tenía exucsa para meterle mano de una) con detalles de chapa. Finalmente conseguí una 380W mala de interior, con detalles de chapa y bastante buena de mecánica.
Las entrañassssss (Would you show me the engine please):

Pueden observar que le faltan los webers y el múltiple que correspoden a ese modelo (que adquirí por otra compra posterior).
Nos costó bastante hacerlo andar bien, porque muuuchhas cosas estaban mal -todas juntas al mismo tiempo-. Pero, como estábamos con mi viejo, que aportó toda su experiencia y sentido común (en realidad es toda la experiencia y sentido común que a Moler y a mi nos falta) mas la creatividad de Molerpa y su buen humor (interminable, inagotable y tan necesario para estas empresas) y yo que me las arreglo bastante bien, pudimos resolver todo.
Claro está que un poco loco estoy. Eeso lo pensé seriamente cuando estabamos con Moler (que está re-loco) en Goya, arreglando mil cosas sin creer que podríamos hacerlos 800 y pico de kilómetros hata casa, con un auto que evidenciaba bastantes años de abandono.

Llegamos a Goya, estamos en una estación de servicio en la entrada al pueblo (¿o ciudad?). Hambre, ni les cuento; eran las dos de la tarde y prácticamente no habíamos comido nada desde la noche anterior. Cuando entramos en la estación de servicio compramos algo para tomar y unos sangüchitos. Sin embargo, ví un tarro de dulce de leche y morí de amor. En fin, el idílio duró sólo un par de cucharadas.

Don Moler, exitadísimo, señala la rueda de auxilio que llevamos (como tantas otras cosas, se la afanamos a una cupé que mi viejo tiene tirada y que próximamente veremos si podemos volver a la vida).

El Ka, lleno de repuestos. Llevamos todo lo que pensamos que necesitaríamos, de acuerdo con las conversaciones previas con el vendedor y nos quedamos cortos (por errores de información, sin mala intención). Como esto lo hicimos entre el 15 y el 20 de diciembre de 2004 y yo estaba muy ocupado trabajando y fue Moler quién se ocupó de comprar todos los repuestos. Luego fuimos apilanto todo en el departamento (Mechi, una santa absoluta).

Cuando fuimos a inflar la rueda de auxilio que llevamos caímos en la cuenta que estaba pinchada. No se imaginan lo difícil que es conseguir una gomería abierta un domingo en Goya. Esta foto corresponde al primer lugar al que nos enviaron. El paisaje sin dudas que merecía una foto.

Esta es la estación de servicio que conseguimos abierta. Es un poco más sensata. Aprovechando el poco tráfico humano, me cambié en plena vía pública, y el dejeneraú de Moler se ocupó de retratarme.


En frente de la gomería, el boliche bailable “top” de Goya. Es un lugar verdaderamente “gigante”.

Acá estamos ya en el galpón donde guardaban la cupé. Ya le habíamos hecho una vista preliminar y con Moler habíamos decidido que valía la pena comprarla. Hicimos los “pelpas” y sortemos a quien le tocaba laburar y a quien boludear con la cámara de fotos y salí perjudicado.


Ahora pasemos a la sección en la que se puede apreciar que todo lo que veían nuestros ojos era horrible, pero paradógicamente no afectaba nuestro entusiasmo...



Desde el galpón que estábamos (próximo a la casa del vendedor) nos fuimos a la casa de su tío donde nos pusimos manos a la obra para tratar de poner en marcha el auto y volvernos para La Plata.

El gran Sensei Moler cambiando las bujías multimarca y multigrado térmico por las NGK japanesse.
El gran EPSA (para no ser menos que Moler viteh!) trabajando. Parecería que estoy trabajando en el carburador, pero estoy cambiando el relé de accionamiento del burro. Del carburador —que era absolutamente desconocido para mí— se encargó Moler.

¡Qué difícil es poner la bujía del cilindro 5 carajo! El que seba mate, es el vendedor, a esa altura el ex propietario de la cupé.

Nuevamente el gran Sensei tratando de hacer que funcionaran las luces, cosa que logró en forma rápida y eficaz.

Tareas preliminares listas y ¡a darle marcha! Niet. No querer andar motor. Girar con buro, pero no arancar. Al final arrancó, pero andaba como la cola. Me pareció que el árbol de levas estaba fuera de punto. Pusimos el cigüeñal en 0º, sacamos la tapa de válvulas y ¡oh lala! Efectivamente el árbol de levas estaba corrido. A tratar de cambiar la puesta a punto sin sacar el frente de distribución que es un gran despelote.


Terminamos de hacer la “tarea” pero el motor no volvió a arrancar... Muy bien. En vez de sumar, restábamos. Para no bajar la moral de la tropa, seguimos con otras tareas necesarias para hacer la travesía, como sin dudas eran los frenos...

¿Y los frenos? Los benditos frenos diría el chino Canedo... Ni pastillas, ni discos, ni clavos para las pastillas. Con un poco de trabajo logré acomodar el freno delantero izquierdo. Los traseros no andaban y pensábamos anularlos (cosa que luego hicimos).
Sin embargo, los problemas del cáliper delantero izquierdo no los pude resolver. A esta altura teníamos luces, un freno, un motor que no funcionaba y las horas del domingo se agotaban. Nosotros teníamos que estar de vuelta el lunes en La Plata y el plan era manejar toda la noche con esa cupé en estado catastrófico y sin haber prácticamente dormido la noche anterior. Empezaba a reflexionar y a darme cuenta que ese era un programa para locos... y yo no quería hacer muchas locuras más, porque muchas veces terminan en tragedia. Esa era la voz de la conciencia que me hacía ir y venir sobre la terrible pregunta ¿qué hacemos?
Eran las 12 de la noche, muertos de hambre, de cansancio, y con la certeza que no nos podríamos volver manejando la cupé. Acá el retrato de los vencidos:



Este señor de musculosa colorada es Hugo, el tío del vendedor. Un verdadero fenómeno. Hombre simple, llano, generoso. Muy generoso. Sin su ayuda, no habríamos podido hacer nada. Nos facilitó su taller, su baño, su comida y sus herramientas. Nos hizo mandados y nos ayuduó a reparar varias cosas. Su hospitalidad y amabilidad fueron inmensas.
La reflexión de Moler, estampada en el vidrio “Guacha, nos dejaste a pata”. Esto no lo ví hasta que volvimos en enero, porque la cámara de fotos nos la olvidamos adentro de la cupé.

Los planes indicaban que el 5 o 7 de enero de 2005 estaríamos de nuevo en Goya. Pero, el 1º me rompí el toblillo en Pinamar, y tuve que estar con yeso y bota hasta el 25. Ni bien me saqué la bota, volvimos a la carga. Nos acompañó mi viejo (Esteban), que es un fenómeno total y fuimos en el Honda Accord, gracias a que le dejé el ka a mi vieja y Mechi se quedó sin auto... (santa dos).


Llegamos a Goya un miércoles a la noche. Bien de noche, pues Moler tenía que hacer una conversión en Paraná, donde levantamos a cambio un encendido electrónico por descarga capacitiva RC-74 de manos de su fabricante. Sin él, quizás tampoco hubiéramos llegado a La Plata.

Con Hugo, comparando los discos de frenos nuevos con los que tenía la cupé. Media pulgada los nuevos, un cuarto los viejos...


Con mi viejo, cambiando los discos. Siempre trabajamos separados los tres. Cada uno se ocupaba de una cuestión salvo que necesitara ayuda.

Acá estoy ajustando los cálipers ya reparados que llevamos desde La Plata (otro afano a la cupé de mi viejo). Felicidad, no falta, que es lo que importa.

La cupé con frenos ("frenos" es sólo frenos delanteros viteh!) lista para ir a hacer la verificación policial para hacer la transferencia. Esto es el viernes a la mañana. La comparación de “nuestros autos” no deja de ser interesante...

Esta es la costanera de Bella Vista, ciudad a la que tuve que ir a hacer la transferencia. La noche anterior habíamos estado el Corrientes Capital para retirar el 08. La verdad es que Corrientes es una provincia muy recomendable para pasear: nada es ampuloso, pero todo guarda armonía. Y la gente, de unos modales y trato inmejorable.

Iá tenemo tanque de nasta viteh! (los sunchos de anclaje y el tubo de llenado, también se lo afanamos a mi viejo).

Moler instalando el RC-74...

Y butaca también!!!! No hay que manejar 800 km arriba de un cajón de manzanas!!!!
Salimos de La Plata el miércoles a las 6 de la mañana (en realidad a las 6 estábamos en la fábrica de mi viejo juntando las herramientas y los repuestos; salimos entre las 8 y 30 y las 9). Pasado el medio día estábamos en Paraná. A las 17 o 18, con reserva de hotel garantizada, seguíamos camino para Goya. Por ruta 9 fuimos hasta Campana (bah, pasamos Campana) y tomamos la ruta 12 hasta Ceibas (Entre Ríos). Luego Gualeguay, Victoria, Diamante y Paraná. Por la misma ruta, pasamos Cerrito, La Paz, y entramos en Corrientes. La primer ciudad de Corriente a la que llegamos fue Esquina y luego, Goya a 194 kms. El paisaje a la vera del Río Paraná es muy hermoso y la ruta es despejada y en muy buen estado de conservación.
El jueves a la mañana, luego de un descanso reparador, fuimos a buscar la cupé a la casa de Hugo. Hubo momentos incómodos, porque no encontrábamos la casa... pero al fin ¡allí estaba! A la mañana reparamos frenos y no recuerdo que otra cosa. A la tarde —después de una buena siesta— nos fuimos para Corrientes a buscar el 08. Todo, absolutamente todo, salió “de leche”. Encontrar el camino, el lugar a dónde debíamos ir, llegar a horario, que nos den el 08, etc. Fuimos a caminar por la Capital Correntina y a cenar al Hotel de Turismo, frente al río Paraná. Volvimos pasada la media noche. Moler al volante (contrariamente a lo que puedan creer algunos, Moler es sumamente prudente y más aún manejando de noche). A la otra mañana (viernes ya) fuimos a hacer la verificación técnica “de tiro”. La legalizamos en el Registro de la Propiedad de Goya y me fui para Bella Vista. Llegé con lo “justo” y me tomaron el trámite “de perdón y gracias”. Hasta que pelé tarjeta de un conocido con influencias en la Dirección Nacional de Registros de la Propiedad. Cumplí todos los trámites y a las 13 (registro cerrado ya) me fui a visitar la costanera de Bella Vista, con todos los pelpas hechos. El resto fue trabajo absolutamente intenso, con problemas miles: viernes a la tarde, sábado: no podíamos poner en marcha el motor. Parecía ya que nos volvíamos otra vez en un solo auto. Finalmente el sábado a la madrugada pudimos arrancar la cupé. Quedaba claro que el domingo nos volvíamos. Sólo nos quedaba cambiar los lubricantes de motor, caja y diferencial, arreglar el caño de escape, hacer emparchar una rueda y ordenar y guardar todas las cosas. Finalmente eso nos llevó todo el domingo, y recién a las 22 pudimos salir de Goya, esquivándole a la lluvia, sin haber probado la cupé en la ruta ni un poquito siquiera.
Empecé manejando yo, noche cerrada ya. Buenas luces en el auto y poco tráfico. La lluvia venía desprendiéndose a la cola de nuestra pasada. 60, 70 y 80 km/h. Temperatura de agua, 80/85 grados, con ambiente fresco. Bomba de agua, en la lona. Líquido refrigerante, una mezcla de aceite soluble y pimentón rojo. Lo primero para el rodamiento de la bomba, con los sellos rotos, lo segundo, para las pérdidas. Duró los 800 km., sin problemas.
La primera parada fue en Esquina. Ahí debimos hacer algunas reparaciones eléctricas, ya que como no teníamos luces de freno, veníamos con las balizas puestas, y eso para mi viejo que venía atrás resultaba matador. Luego seguimos hasta La Paz. Ahí la lluvia ya nos daba en el lomo y hasta Paraná no cesó. En La Paz dormimos desde las 3 (calculo) hasta las 5 y 30 o 6 y reanudamos viaje con luz del sol. A media mañana estábamos en Paraná, y nos costó bastante cruzarla porque nos perdimos una o dos veces. Ahí el motor empezó a golpear, y la bomba de embrague necesitaba cada vez más seguido que le repongamos el líquido. Pasado el medio día, estábamos en Ceibas. Mucho más no me acuerdo, pero a las 17 estábamos en al fábrica de mi viejo, con cansancio, frío y hambre terrible, pero además con una excitación y una cara de alegría que no se puede describir.
Si lo tuviera que volver a hacer, lo haría gustosísimo. Hubiera sido muy aburrido traer la cupé en un camión.
Así, la puse en marcha en Corrientes, y por ahora voy haciendo trabajos puntuales. La uso un poco, la disfruto, hasta que me pongo "de los nervios" por algo de entre todo lo que está mal.
Junto la plata, junto la mayoría de los repuestos y arreglo eso. Termino y la pruebo y disfruto el cambio, la reparación. La uso un rato y programo otra tarea.
Si tengo plata, encaro las tareas más costosas. Si no tengo plata, hago cosas más simples y bartatas. La satisfacción es por igual: sea por arreglar un tapizado, o por cambiar el caño de escape.
Sin dudas que en algún momento voy a tener que desarmarla toda, para arreglar la carrocería. Pero, espero que para ese entonces, la mayoría de las cosas estén aceptablemente reparadas.
Bueno, después pongo más fotos de los avances.
Saludos,
Pablo.