Para entender un poco la pasión por el toro basta con subirse a este y ni que hablar manejarlo, y así es un poco como heredé el gusto por este modelo. Obviamente sumado a como se imaginarán la “taurina” que debo de cargar en la sangre, considerando de que tal palo tal astilla.
Así que, de vivir toda mi infancia y adolescencia creciendo junto al GR de mi viejo, al llegar el momento de decidir comprar un auto, no podía ser otro que un Torino. Debo confesar que mi idea original no era comprar este auto, ya que pensaba en algo mas de batalla y a lo que no le tomara cariño, pero, como dice Tanguito, el amor es más fuerte, así que salí en busca de un Torino. La tarea no sería sencilla, ya que mi sueldo no es muy fuerte como para pensar en comprar un auto en excelente estado, había que buscar la oportunidad.
Y de tanto ver porongas destrozadas que para levantarlas era más barato y fácil convencer a Renault que me haga uno nuevo, encontramos este Grand Routier `78, color no sabría decirles bien el nombre, es un gris medio extraño. Lo que mas me sorprendió y atrajo era el estado de su interior, lo entero del tapizado y buen, si, también los dos tubos de GNC, si bien creo que el gas es para la cocina, en los tiempos que corren no quedo otro que depender de ellos. El auto en general aparentaba un buen estado, no parecía tener cosas imposibles de reparar. Obviamente, había y hay que hacerle todo el laburo de chapa y pintura, revisar tren delantero, frenos, pero, en general, estaba muy bien parado.
Una de las pocas cosas que no le funcionaba, era el reloj de presión de aceite…y ahora viene lo “lindo” de la historia.


Yo firmé la compra del auto el día 13 de Junio del 2007. Por ese entonces, cursaba el primer año de la carrera de ingeniería aeronáutica en la UTN de Haedo. Era una semana complicada porque tenía parcial, un garrón, parcial y auto nuevo no van para nada, jajaja. Pero buen, de tripas corazón…Yo rendía el día 20. La mañana de ese día, con muy poquitas horas de sueño encima y con los huevos rotos de estudiar, parto para la facultad con el Torino; y ya sentía un ruido extraño, un golpecito en el motor. Debo confesar que soy Técnico en automotores y laburé con fierros desde que terminé la primaria, pero nunca en mi vida me había tocado escuchar el golpe de una biela ni vivir la rotura de un motor, cosa que da vergüenza, pero buen. Y si, el golpe estaba, pero llegó a la facultad…eso si, no volvió, llegando a Liniers, un par de bajadas antes sobre la autopista del oeste, circulando, aunque no me lo crean, a 90 km/h y en cuarta, el ruido se empezó a hacer insoportable y al largar la pata del acelerador se potenció hasta destrozarse TODO…
Buen, pa que decir algo no…mi primer auto, un Torino, el sueño del pibe…me duró una semana. Yo en bancarrota, el auto destruido. Alegria nao tem fim…
Luego de un tiempo, cuando mandamos a probar la bomba de aceite, caímos en la cuenta de que el reloj de aceite andaba, lo que no andaba era la bomba, que fue la culpable, sumado a mi inexperiencia, de la rotura del 7 bancadas.







En busca de una solución lo más económica posible, encontramos una chance de salir un poco de este desastre. Encontramos otro GR de la línea del mío abandonado en Villa Pueyrredón, con el motor incluido. Resulta que era de un tipo, que lo había dejado parado hacía unos cuantos años con el motor prácticamente nuevo. El problema era que al auto lo había agarrado una inundación y el motor había quedado casi totalmente sumergido. El auto era en si un gallinero, pero nos salió regalado. Así que le sacamos el motor, lo desarmamos y a empezar a laburar. También nos sirvió para hacernos de otros repuestos que nos venían bien, y mandamos a reparar las llantas, ya que tenía las Proto de la TSX, para ponérselas al mío.



Por falta de costos, quedo hecha una emparchada inmunda que era para andar un tiempito y salir del paso. El motor no tenía los cilindros bien, y se convirtió en una máquina de consumir aceite.
Así y todo, con mucho huevo, paciencia, coraje y una gran dosis de locura y fe, logramos acomodar al Toro para que, a pesar de ser una máquina de consumir aceite, empastar bujías y humear como un diesel, llegue a la costa en un glorioso viaje que deparó en la ida un total de 8 horas, una velocidad máxima de 80 y 90 km/h, con paradas obligadas para controlar el nivel de aceite e incluso solucionar un inconveniente con un alargue de bujía (si si, fueron necesarios, y en el Torino no van, por algún motivo los escupe; en mi caso, con GNC se la bancaron, pero a nafta no) el Toro llegó en toda su gloria y en un recuerdo inolvidable por todo el laburo, esfuerzo y dedicación necesario para llevar a cabo tal empresa. La vuelta fue más serena, ya con la experiencia anterior del viaje de ida, restamos 2 horitas de viaje.







Ya con el viaje a cuestas y con sacarme las ganas de cumplir el sueño rutero del Torino, comenzamos a proyectar con mi viejo la reconstrucción del motor del GR. Así que después de un tiempo de amortizar los gastos que tenía encima de acomodar el auto, comienza lo que se llamó con nombre en clave “OPERACIÓN AVE FENIX”. El sábado 17/08 de este año empezamos a desarmarlo. La idea es ahora sí, rectificar los cilindros y llevarlos a 86,4 mm de diámetro, poner pistones especiales, por el momento la idea es los DeJorge, para llevar la relación de compresión entre 10 y 10,5:1; laburar también la tapa de cilindros y el múltiple de admisión y poner alguna leva que le de un poco de picante al 7 bancadas; queda también la idea de poner encendido electrónico y hasta algún múltiple de escape de caño bien hecho.
Así que en esto estamos. A medida que vayamos haciendo el motor, iremos compartiendo los avances y contando como va todo.
Abrazo torineros y suerte!!