Y se remonta a aquella tarde de un 31 de Julio de 1991, cuando con su pequeño hijo Jorge Guillermo, y su hermano fueron a buscar el auto a un garage del barrio de Once. Allí es probable que haya nacido el "romance" de su promogénito con la marca. En enero pasado, charlando con su hijo, ya de 26 años, éste le contaba que recordaba aquel viaje inicial en ruta con el Grand Routier. Se habían ido como para Noviembre de aquel 1991 a Mar de Ajó. Era la época donde abunda la pesca de la corvina. El Torino, se quedó sin nafta en "La Huella", pero precavido el hombre, tenía el tubo de GNC lleno, y llegaron sin mayores problemas a destino.
Por la tarde se fueron a Punta Médanos, y no tuvo "mejor idea", que bajar a la playa, confiado en la arena húmeda de una llovizna reciente. Pero no era terreno para el toro, y un tractor de la zona los sacó de la incómoda situación. Al día siguiente, lograron sacar un bagre en la playa de San Clemente del Tuyú, y luego regresaron. Aquel domingo era un día triste. Roberto José MOURAS, pasaba a la inmortalidad. Pero durante el viaje de regreso tuvieron los tres una pequeña alegría. Su querido Independiente, ajusticiaba a Boca en su bombonera con un gol de Antonio MOHAMED, y aquel día ISLAS, le ponía candado a su arco, sacando absolutamente todo lo que le tiraron.
Vuelve a la realidad, mientras los muchachos aspiran el Torino, lo secan y ponen revividor en cubiertas y las gomas de los paragolpes. El auto va quedando bien. Lo guarda en el garage, y cubre con su funda.
Viernes 15 de Febrero de 2013, 18:00 hs. Nuestro personaje, a pesar de un terrible calor que se abate sobre la ciudad, va en busca de su máquina. Había sido un gran día para la familia, pero el sábado sería el día importante de verdad. Quitó la funda de su máquina, la guardó prolijamente, le pasó el plumero al auto para que no tuviera polvo superficial, y paño en mano, comenzó a lustrar la carrocería del mismo. "La Leyenda" recobraba el brillo acostumbrado. Trabajó un par de horas en el auto y la imaginación y la memoria fueron haciendo lo suyo. ¡¡Y parecía que hablaba con el auto!!. Era como que le decía_ "¿te acordás...?". Y recordaba cuando habían viajado a Mar del Plata, vía Balcarce. Los múltiples viajes a la costa con la familia, o le preguntaba al auto "¿te acordás cuando le enseñamos a manejar a Jorgito?". El Torino pareció sonreir un instante. Pasó por su mente la fiesta de fin de curso de 7º grado, donde Jorge Guillermo fue elegido como el mejor compañero. Luego cuando lo llevaban al chico al Colegio Industrial, Ingeniero LATZINA. Parecía que ambos estaban melancólicos. Luego revisó fluidos, como es su costumbre, le dió batería, y luego de cargar la cuba del Weber con la bomba eléctrica, le dió arranque. El Torino quedó bramando unos minutos. Chequeó que todo estuviera en su lugar, que no hubiera nada tirado en el asiento trasero, y lo cerró. Miró su máquina ahora brillante, le sonrió y se fue a dormir. A esperar el sábado tan esperado por todos.

Sábado 16 de Febrero de 2013, 09:45 hs. El "hombre de los guantes de cuero", llega al templo donde guarda su máquina. Mira su auto de punta a punta, y comienza el diálogo. Mientras lo abre, se quita el saco y coloca prolijamente sobre el asiento del acompañante, va charlando con la máquina. "Vamos a buscar a la novia de Jorgito, le cuenta a la máquina". Y se emociona y parece como que un nundo se le forma en la garganta. Y su mente vuelve a volar, y como hablando con el auto le dice: "¿te acordás cuando se quiso comprar un auto?". Claro, ¡¡¡la madre le sugería un Fiat 600!!!, pero el muchacho apuntó directo a un Torino. ¡¡Y llegó el "Inmortal", que con enorme esfuerzo mantiene en funcionamiento a pesar de muchos sinsabores!!. Claro, "La Leyenda" sabe que algo de sus entrañas fue a parar al Torino del muchacho. Su querido árbol de levas hoy está girando en el 619. Y recordaron juntos el viaje de apenas unas semanas atrás, compartido entre padre e hijo, y ambos Grand Routiers. Mientras los recuerdos acudían a su mente, el Torino ya estaba bramando, y tomando la adecuada temperatura de funcionamiento. Apenas cinco minutos después, el Torino baja la rampa del garage, y apunta a su destino. Tomará la avenida General Paz hasta la zona de Lomas del Mirador. La máquina y su chofer eran el centro de las miradas aquella mañana de sábado. La mente del hombre seguía volando, pero ahora lo preocupaban detalles no menores para el acontecimiento.
Llegó a la hora estipulada al lugar, 10:15 hs., a una casa familiar. El dueño de casa lo quiso invitar a pasar, pero se negó para no dejar el auto en la calle solo. Le abrió el garage y lo metió de culata.
Pocos minutos después apareció su "pasajero" insignia aquella mañana: Noelia, la futura esposa de Jorge Guillermo.

Pocos minutos después salía el otro padrino, el padre de la novia. Salieron los cuatro en busca del ramo a una florería cercana, y luego rumbo nuevamente al garage, donde lo esperaba su hijo Facundo para terminar de "armar" el Torino. El tránsito de la General Paz no era de lo mejor, pero lo que sí se hacía sentir era el calor ambiente. ¡¡¡INSOPORTABLE!!!.
Llega al garage nuevamente a las 10:55 hs., y con su hijo comienza a acomodar los moños sobre el Torino. ¡¡¡Claro, estaba tan lustrado que los mismos hasta no ser adheridos se caían!!!. La operación duró pocos minutos y el auto estaba en condiciones. Facundo se fue, y le dió el Ok. vía telefónica a los pocos minutos para que partiera el auto de la novia.
Hora 12:00 hs, el Torino a marcha muy lenta, llega a la Iglesia de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen en Villa Urquiza. Aquella donde el hombre contrajera enlace 27 años atrás con su esposa Rosana Patricia. Prontamente cerró el auto, le dió las llaves a su hermano, y fue hacia el altar donde lo espera la misma. Además de chofer de lujo era también, padrino de la boda.
El hombre con toda su familia, por supuesto el Torino, formaban parte del primer casamiento de uno de sus hijos. La ceremonia había sido por demás sentida y emocionante. Se notaba en el rostro de muchos de los presentes, familiares, amigos y allegados.
A la salida, luego de saludar a todos los presentes, el Torino se ponía en marcha. Atrás su hijo Jorge Guillermo y su esposa Noelia Nazareth. Adelante el hombre, y un "colado", pero torinero al fin: su sobrino Agustín (aquel del 380 '69 blanco). Así desandaron el camino. Debían llegar a una quinta en la zona de Moreno. General Paz, acceso Oeste, hasta Martín Fierro, y de allí pocos minutos. "La Leyenda" iba lentamente llevando al nuevo matrimonio, y era saludado en su camino por los automovilistas. Su piloto se hinchaba de orgullo ante los bocinazos. Ya en la quinta llevó a los novios hasta la recepción, y quedó en un lugar especial.




Allí descansó mientras transcurría la fiesta. Hasta la noche. Cerca de la medianoche, el hombre se volvió a calzar los guantes de cuero. Ahora iba gran parte de la familia en el Grand Routier. Sus dos hijos varones, su esposa, su nuera, y su pequeña hija Ariadna. Llevó a la nueva pareja a su hogar, y de allí con el resto de la familia a su casa. Había sido un largo día, pero muy importante para todos. Pasada la medianoche, "La Leyenda" tomaba la rampa de subida al garage. Lo estacionaba, y mientras el motor bramaba regulando, se quitaba los guantes de cuero. Detenía la máquina. Cerraba el auto, cortaba la batería, mientras observaba el vaso recuperador de agua. Cerró el capot. Miró a su amigo. Le dijo gracias, y le guió un ojo. El Torino pareció sonreir complacido. Y las luces de la cochera se apagaron. Había pasado una jornada memorable para la familia toda.