Bueno. Acá va mi humilde aporte a la confusión general. Para putearme, cagarse de risa, decirme cualquier otro calificativo, por favor abrir un post "Riéndose de Daniel", para no desvirtuar este

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El tránsito y la solución Escandinava
Esto es largo. No hay modo de hacerlo más corto. También sé que más de la mitad, cuando vea lo largo que es, me va a mandar a la mierda y seguirá en otra cosa, y que los pocos marcianos que lleguen al final, tardarán un microsegundo en encontrarle mil problemas de aplicación. Tal vez haya uno que se quede pensando… no sé. Es lo que me contó un ingeniero mecánico ruso, nacido en Ucrania en 1948, en tiempos de la URSS. Lo conocí cuando vino a poner en marcha un torno CNC en la escuela técnica de Jacinto Aráuz, donde yo trabajo. Nos dio un breve cursillo de cómo se manejaba ese aparato, porque ninguno de nosotros tenía experiencia en eso.
Estuvo dos días en el pueblo. El primer día, lo llevé a almorzar al mejor restaurante del pueblo (el único, por otra parte), y salió el tema del quilombo que es el tránsito en Argentina. Durante esa charla, me enteré de que el hombre rodó por Turquía, Inglaterra, Los tres países escandinavos, Argelia y Méjico antes de parar en Banfield, donde vive ahora. Cuando cayó el régimen comunista, se les vino toda la estantería abajo, y mucha gente quedó sin trabajo; por eso rodó tanto, tratando de mantener su familia, y recién pudo reunirla en Argentina.
Me contó que estando en uno de los países escandinavos (se me fue cuál de ellos, si Suecia, Noruega o Finlandia, aunque arriesgaría que fue este último), el despelote del tránsito era peor que acá. Nadie le daba bola a nada, y los accidentes eran muchos. El gobierno tomó el problema en serio, y convocó a formar un equipo multidisciplinario (jueces, médicos, sociólogos, ingenieros, psicólogos, maestros, policías, etc.), para que en un plazo de dos meses elaboraran un plan de saneamiento del tránsito.
Los jueces pensaron que debían poner fuertes multas, para disciplinar a la ciudadanía, pero los sociólogos objetaron que ese plan sólo perjudicaba a los pobres, porque quedarían sin posibilidad de pagar, y a los ricos no les haría ni cosquillas. También salió la idea de secuestrar los vehículos a los infractores, pero la policía no podía hacer frente a la cantidad de secuestros, además de dejar sin herramienta de trabajo a los taxistas, repartidores, etc. Con cada idea, aparecía un nuevo problema, hasta que entre todos decidieron que la molestia provocada al infractor debería ser proporcional a su poder adquisitivo, de manera que a todos les doliera lo mismo proporcionalmente. Acordaron que la pena no debería ser discriminatoria ni por el bolsillo ni por ninguna otra razón.
Lo que finalmente se decidió, fue fijar una multa irrisoria (como si dijéramos ahora $ 10), de modo que nadie pudiera decir: “no tengo plata para pagarla”. Lo interesante estuvo en la modalidad de pago. Establecieron que el pago debería ser estricta e indefectiblemente personal, en cien cuotas diarias, en la oficina de cobro correspondiente al domicilio del infractor, en horario de oficina.
Así, resultaba que el que ganaba diez mangos la hora, perdía la octava parte del sueldo diario al hacer la cola de una hora para pagar, y el ejecutivo que ganaba mil mangos la hora, perdía un fangote, además de los quilombos en el laburo, que también eran proporcionales. Los tipos debían hacer esto todos los días, durante cien días, para pagar 10 centavos en efectivo, a la vista de todo el mundo. Según los psicólogos, el efecto vergüenza y reflexión, trabajaba durante cien días, y alcanzaba para pensarlo bien antes de hacer otra cagada.
Si el ñato no garpaba, entraba en un quilombo más grande, porque las aseguradoras suspendían el beneficio, no le renovaban el registro, no le daban crédito de ningún tipo, etc. etc. O sea que convenía pagar.
Me dijo el ingeniero que en seis meses solucionaron el tema del tránsito, y también los accidentes bajaron marcadamente. La multa era igual para cualquier infracción (pasar un semáforo en rojo, no tener la VTV, el registro vencido, estacionar mal, exceso de velocidad, etc.).
Ya sé que acá van a brotar como hongos los descalificadores y en un microsegundo habrá diez millones de excusas para explicar por qué acá no se podría hacer eso… en encontrarle un problema a cada solución somos campeones mundiales. Yo sé que acá no se puede hacer absolutamente nada, y que cualquier solución efectiva en otro país, acá es una pelotudez. Yo sé que al final seguimos haciendo la del antílope africano, que sólo corre cuando el león ataca, y que a penas cazó a otro antílope, deja de correr y se queda pastando al lado del león que se está morfando al otro, como si no hubiera pasado nada. Yo todo eso lo sé; simplemente quería contarles cómo estos tipos habían solucionado el problema, pero ya sé que acá no se puede hacer eso, ni ninguna otra cosa.
Saludos a todos.
Daniel.