Estirando las "patas".
Publicado: 07 Sep 2014, 17:13
Hacía bastantes meses que ambos amigos querían salir un rato a "estirar las patas" como se dice. Uno, un veterano Torino de poco más de medio millón de kms. El otro un sujeto conocido como el HDLGC. Se conocen hace 23 años y muchísimos viajes y horas de estar juntos. El mal clima, la situación económica y las obligaciones laborales no los dejaban hacerlo. Pero esta mañana, un sol radiante, en un clima templado pintaba para el momento ideal. Allá fue el hombre.
Subió al garage, saludó a su amigo que le mostró una enorme sonrisa en su parrilla al verlo quitarle la funda. La revisión acostumbrada de aceite, refreigerante e inspección del líquido de frenos. Todo bien, así que a cargar el carburador con la bomba eléctrica. Luego de unos bombazos, el Weber Dino alimentó los 6 en línea del Torino, y la máquina comenzó a decir lo suyo, comenzó a "bramar". Un ratito para entibiar un poco los fierros. Controlar la documentación a bordo. Instalar el GPS, instrumento muy útil a la hora de saber la verdad, y lentamente rumbo a la bajada de la cochera. En la calle, esperan que la cochera cierra, y comienza un diálogo silencioso que ya lleva más de 23 años, entre dos amigos que se conocen mucho. Se entienden a la perfección. Cada uno sabe lo que él otro puede darle. Se dirigían a buscar algo de combustible fresco. El que quedaba en el tanque tenía unos dos meses. De cuando habían ido a engrasar.
El empleado de la Shell que pregunta y por supuesto el HDLGC pide de la mejor para su amigo. Unos 14 litros aproximadamente. Suficiente para moverse un rato. Salen tranquilamente. Los cambios hay que llevarlos largos, dado que el diferencial del auto obliga a ello, junto con las enormes cubiertas traseras. Así se mueven en 1° y 2°, hasta bajar a General Paz, y encarar a acceso norte, donde sí ponen la 3°. Tránsito intenso, pero ágil. Los relojes que van indicando temperatura de agua, aceite, presión del ólego, nivel de combustible, y encaran la Panamericana. Sus guantes de cuero toman firmemente con la mano izquierda el volante. Con la derecha están sobre la palanca de cambios. Van tranquilos, del centro a la derecha de la autopista. Se acomodan al tránsito sin hacer locuras.
Muchos automovilistas salen a pasear en un domingo de un clima envidiable. Sin exigir la máquina el HDLGC lleva al auto en las 2600/2800 RPM. Va todo bien. Solo lo preocupa un poco la sonda que marca una mezcla un tanto pobre a la hora de acelerar. Lo va tanteando. Se abre a la ruta 9, pasa por el peaje, y ya con tránsito más ágil tiene tiempo de evaluar la carburación. Está pobre en alta. Lo llevaría tranquilo, tratando de no sobrepasar las 3000 RPM, hasta donde decida dar la vuelta y regresar. El Torino va a sus anchas. No parece que pasaran los años para él. Siempre le recuerdan los primeros viajes, allá por finales de 1991, cuando todavía a GNC o bien a nafta, lo sorprendía el comportamiento del Torino en estas condiciones.
Van pasando los minutos, mientras su mente vuela e imagina las próximas evoluciones en su máquina. Pero hay que ser paciente. Nada se hace de un día para el otro. Había tardado 23 años en tenerlo así, y estaba muy feliz por ello. El auto también. Llega a la bajada del Río Luján, en la ruta 9, y se tira hacia el pasto. Allí podría trabajar tranquilamente en retocar la carburación del Weber.
Quita el filtro de aire, la trompeta y un surtidor de nafta rebelde se queda abajo sin querer salir con la caña. La cosa se complicaba. Pero había recursos para solucionarlo. Quería engordar la mezcla y llevarlo de 140 a 145, pero optó por reducir el aire de 210 a 190. Ya tendría tiempo al regresar de sacar aquel "chiclé" rebelde. Con todo en su lugar, decide emprender el regreso. El GPS cantaba 52 kms. hasta el hogar de su amigo. Allá volvieron. De inmediato se notó la mejora en la carburación. El auto aceleraba mucho más limpio y la sonda era testigo de ello. Sin exigir en ningún momento a su 7 bancadas, el motor solito iba trepando. Llegó a las 3300 RPM, y no paraba de superar autos. 141 kph marcaba el GPS. Más que conforme. Así fue regresando a sus pagos, luego de haber desandado el camino. Todos los parámetros del auto en orden. La nueva leva del Torino mostraba un excelente desempeño, tanto en ciudad como en ruta. Había más para exigirle, pero no tenía sentido. El auto volvía entero. Fue llegar, subirlo a su cochera, estacionarlo y despedirse. El HDLGC con un "hasta luego amigo". El Torino, con una guiñada. Hasta la próxima, y pensando en lo que vendrá...
Subió al garage, saludó a su amigo que le mostró una enorme sonrisa en su parrilla al verlo quitarle la funda. La revisión acostumbrada de aceite, refreigerante e inspección del líquido de frenos. Todo bien, así que a cargar el carburador con la bomba eléctrica. Luego de unos bombazos, el Weber Dino alimentó los 6 en línea del Torino, y la máquina comenzó a decir lo suyo, comenzó a "bramar". Un ratito para entibiar un poco los fierros. Controlar la documentación a bordo. Instalar el GPS, instrumento muy útil a la hora de saber la verdad, y lentamente rumbo a la bajada de la cochera. En la calle, esperan que la cochera cierra, y comienza un diálogo silencioso que ya lleva más de 23 años, entre dos amigos que se conocen mucho. Se entienden a la perfección. Cada uno sabe lo que él otro puede darle. Se dirigían a buscar algo de combustible fresco. El que quedaba en el tanque tenía unos dos meses. De cuando habían ido a engrasar.
El empleado de la Shell que pregunta y por supuesto el HDLGC pide de la mejor para su amigo. Unos 14 litros aproximadamente. Suficiente para moverse un rato. Salen tranquilamente. Los cambios hay que llevarlos largos, dado que el diferencial del auto obliga a ello, junto con las enormes cubiertas traseras. Así se mueven en 1° y 2°, hasta bajar a General Paz, y encarar a acceso norte, donde sí ponen la 3°. Tránsito intenso, pero ágil. Los relojes que van indicando temperatura de agua, aceite, presión del ólego, nivel de combustible, y encaran la Panamericana. Sus guantes de cuero toman firmemente con la mano izquierda el volante. Con la derecha están sobre la palanca de cambios. Van tranquilos, del centro a la derecha de la autopista. Se acomodan al tránsito sin hacer locuras.
Muchos automovilistas salen a pasear en un domingo de un clima envidiable. Sin exigir la máquina el HDLGC lleva al auto en las 2600/2800 RPM. Va todo bien. Solo lo preocupa un poco la sonda que marca una mezcla un tanto pobre a la hora de acelerar. Lo va tanteando. Se abre a la ruta 9, pasa por el peaje, y ya con tránsito más ágil tiene tiempo de evaluar la carburación. Está pobre en alta. Lo llevaría tranquilo, tratando de no sobrepasar las 3000 RPM, hasta donde decida dar la vuelta y regresar. El Torino va a sus anchas. No parece que pasaran los años para él. Siempre le recuerdan los primeros viajes, allá por finales de 1991, cuando todavía a GNC o bien a nafta, lo sorprendía el comportamiento del Torino en estas condiciones.
Van pasando los minutos, mientras su mente vuela e imagina las próximas evoluciones en su máquina. Pero hay que ser paciente. Nada se hace de un día para el otro. Había tardado 23 años en tenerlo así, y estaba muy feliz por ello. El auto también. Llega a la bajada del Río Luján, en la ruta 9, y se tira hacia el pasto. Allí podría trabajar tranquilamente en retocar la carburación del Weber.
Quita el filtro de aire, la trompeta y un surtidor de nafta rebelde se queda abajo sin querer salir con la caña. La cosa se complicaba. Pero había recursos para solucionarlo. Quería engordar la mezcla y llevarlo de 140 a 145, pero optó por reducir el aire de 210 a 190. Ya tendría tiempo al regresar de sacar aquel "chiclé" rebelde. Con todo en su lugar, decide emprender el regreso. El GPS cantaba 52 kms. hasta el hogar de su amigo. Allá volvieron. De inmediato se notó la mejora en la carburación. El auto aceleraba mucho más limpio y la sonda era testigo de ello. Sin exigir en ningún momento a su 7 bancadas, el motor solito iba trepando. Llegó a las 3300 RPM, y no paraba de superar autos. 141 kph marcaba el GPS. Más que conforme. Así fue regresando a sus pagos, luego de haber desandado el camino. Todos los parámetros del auto en orden. La nueva leva del Torino mostraba un excelente desempeño, tanto en ciudad como en ruta. Había más para exigirle, pero no tenía sentido. El auto volvía entero. Fue llegar, subirlo a su cochera, estacionarlo y despedirse. El HDLGC con un "hasta luego amigo". El Torino, con una guiñada. Hasta la próxima, y pensando en lo que vendrá...